Velocidad, un poema de Billy Collins

Aquella mañana, en el vagón restaurante, con mi libreta
abierta sobre las rodillas y el bolígrafo en la mano,
exploraba cada milímetro, hasta el pequeño
ceño de escritor que se fruncía sobre mi cara,
pero no había nada sobre lo que escribir
excepto sobre la vida y la muerte
y la suave advertencia de la bocina del tren.

No quería escribir sobre el paisaje
pues se vuelve de súbito pasado, vacas dispersas sobre la hierba,
heno empacado meticulosamente
—cosas que ves una vez y nunca más—.

Pero seguí moviendo mi boli y dibujando
una y otra vez
la cara de un motorista de perfil
—sin ningún motivo que yo sepa—,
un motorista con gafas de sol y la barbilla hundida,
inclinado hacia adelante, sin casco,
su pelo largo quedándose atrás en el viento.

Dibujé también muchas líneas indicando velocidad,
mostrando cómo el aire se vuelve visible
al romper contra la cara de un motorista
de la forma en que rompe contra la cara
de una locomotora que me lleva
hacia Omaha y lo que sea que me espere más allá
de Omaha y de todas esas paradas que hay que hacer
antes de detenerse de una vez por todas.

Debemos mirar siempre a las cosas
desde el punto de vista de la eternidad,
en ello insiste la escuela de teólogos
para la que, imagino, se ve que todos
tenemos líneas de velocidad colgando detrás
a medida que nos apresuramos por la carretera del mundo,
a medida que recorremos con urgencia el largo túnel del tiempo
—el motorista, por supuesto, ebrio de aire,
pero también el hombre que lee junto al fuego,
líneas de velocidad saliendo de sus hombros y su libro,
y la mujer de pie frente a la playa
estudiando la curva del horizonte.

Incluso la niña dormida en una noche de verano,
líneas de velocidad volando desde los doseles de su cama,
desde las esquinas blancas de las almohadas
y desde los vértices de su cuerpo perfectamente inmóvil—.

Poesía Y Sentimiento Motero

Me ves pasar a tu lado y no sabes lo que siento 
Me tratas indiferente, porque no miras mi rostro 
Me crees un prepotente por rodar yo contra el viento 
En el fondo soy humano y no soy ningún monstruo.

Mi rostro está cubierto, no quiero me veas sudando 
Mis gotas de sudor se confunden con las gotas de la lluvia. 
Muy en el fondo estoy triste y estoy orando 
Porque al parar de rodar se acaba la vida mía.

Estaré un tiempo triste, porque será en otra ocasión 
Que vuelva a surgir la magia, cuando me suba a mi moto 
Vuelva a rodar, correr, gritar y cantar una canción 
Y sienta un aire puro en mis pulmones y latir mi corazón.

Y en la carretera fundirme en la magia de la libertad 
Si nieva, llueve, graniza, con polvo, viento o hace calor, me sentiré feliz 
De saberme vivo, oler, tocar, ver, oír notar 
Todo a mi alrededor será de color, y ya no será color gris.

El Motoquero

Por ancha carretera marcha un joven motoquero
lejana su mirada, su semblante es algo fiero…

De negro cuero viste, luce un águila en su espalda
es su motocicleta color negro y esmeralda…

La ruta está tranquila,muy feliz va conduciendo
por los retrovisores se ve el sol amaneciendo…

Con alta cilindrada y un escape poderoso
la brisa se hace viento conduciendo presuroso…

En recta él acelera, prende luz con la perilla
en curva pronunciada roza el suelo su rodilla…

Al ras del piso vuela, ciento diez, ciento cuarenta
la adrenalina fluye cuando sube a ciento ochenta…

Y así va el motoquero disfrutando los sonidos
del trueno del escape que asemeja sus latidos…

Por ancha carretera marcha un joven motoquero
lejana su mirada, su semblante es algo fiero…

¿POR QUÉ ME GUSTAN LAS MOTOS?

Me han preguntado que ¿por qué me gustan las motos?
Mi respuesta es porque lo relaciono con la vida:
– La moto no tiene reversa al igual que la vida.
– Si pierdes el equilibrio te caes.
– La moto me enseñó que la primera es para abajo y todas las demás hacia arriba (no importa cuantas veces caigas, siempre te podrás levantar).
– Que ir rápido no es sinónimo de ser mejor o el más hábil.
– Que si frenas con una rueda quizás tardes en detenerte, pero si utilizas las dos te detienes a tiempo (razón y corazón).
– Que siempre debes de estar alerta para cualquier situación, sin importar la hora.
– La libertad de saber quién eres, observando el paisaje mientras haces lo que te gusta.
– Reír mientras sientes el aire en tu rostro, es la mejor terapia diaria.

– Como en el amor: solo puedes llevar a un acompañante.
Y la más importante:
– No cualquier persona se atreve a andar en una moto (no todos se atreven hacer cosas nuevas).
Por eso y muchas cosas mas amo las motos y amo ser motociclista !!!

Tomado del perfil biker de facebook de Walter «Wallo» Miño       

El Quijote Motero

Me gusta que me dé el viento en la cara
Montado en mi caballo de acero
De noche, de día, de madrugada,
Me gusta ser un quijote, motero.

Me gusta oír el ruido de la biela
Por pistas, carreteras y senderos.
Me gusta ver salir la luna llena,
Redonda, como las ruedas que llevo.

Si el tiempo, compañero de la vida,
Se para en una curva del camino,
Que el sol funda mi cuerpo en el acero
Porque soy caballero del destino.

A lomos de rocinante volaré,
Y si acaso algún día se desboca,
Con todas mis fuerzas cantaré:

«YO FUI MOTERO Y NOS ENCONTRAREMOS EN LAS CURVAS DEL CIELO»